miércoles, mayo 23, 2007

Paul Verlaine

En el Balcón

En el balcón las amigas miraban ambas como huían las golondrinas
Una pálida sus cabellos negros como el azabache, la otra rubia
Y sonrosada, su vestido ligero, pálido de desgastado amarillo
Vagamente serpenteaban las nubes en el cielo

Y todos los días, ambas con languideces de asfódelos
Mientras que al cielo se le ensamblaba la luna suave y redonda
Saboreaban a grandes bocanadas la emoción profunda
De la tarde y la felicidad triste de los corazones fieles

Tales sus acuciantes brazos, húmedos, sus talles flexibles
Extraña pareja que arranca la piedad de otras parejas
De tal modo en el balcón soñaban las jóvenes mujeres

Tras ellas al fondo de la habitación rica y sombría
Enfática como un trono de melodramas
Y llena de perfumes la cama vencida se abría entre las sombras



Primavera

Tiernamente la joven mujer de cabello rojizo
Conmovida ante tanta inocencia
Le dijo a la rubia muchacha
Estas palabras en suave voz

"Savia que se eleva; flores que se abren
tu juventud es una glorieta
permite a mis dedos vagar por la hierba
donde se estremece el capullo de la rosa

Déjame por entre el herbaje puro
Beber las gotas del rocío
Que humedece a la tierna rosa,..

De modo que el placer, mi cariño
Avive tu rostro
Como el amanecer el azul del cielo

Su adorado cuerpo bello, armonioso
Perfumado, blanco como el blanco
Rosa, emblanquecido con pura leche, rosado
Como un lirio bajo un cielo púrpura

Bellos los muslos, enhiestos los pechos
Tu espalda, hombros, vientre, un banquete
Para los ojos y para las curiosas manos
Para los labios y todos los sentidos

"Pequeña niña, deja ver si tu lecho
tiene aún debajo de la roja cortina
la hermosa almohada que lleva
y las salvajes sábanas. Oh a tu lecho.



Pensionistas

Una tenía quince años, la otra dieciséis
Y ambas dormían en la misma pequeña habitación
Esto sucedió una sofocante noche de Septiembre
Quebrantables asuntos! Ojiazules y con mejillas de marfil

Para refrescar sus delicados cuerpos, se despojaron
De las exquisitas camisas perfumadas de ámbar
La más joven levantó sus manos inclinándose hacia atrás
Y su amiga, con sus manos en sus pechos, la besó.

Entonces bajó a sus rodillas, y, en un arrebato
Pegó a la pierna de la otra su mejilla, y su boca
Acarició el dorado oro entre las grises sombras

Y durante todo ese tiempo la mas joven contaba
Con sus queridos dedos los prometidos valses
Y sonrojándose, inocentemente sonreía.



Mi sueño familiar

Tengo a veces un sueño extraño y penetrante
de una mujer desconocida a la que amo y que me ama
y que no es, cada vez, en absoluto la misma

Porque ella me comprende, y mi corazón transparente
para ella sol, ¡ay! cesa de ser un problema
para ella sola, y los sudores de mi frente pálica
ella sola los sabe refrescar, llorando

¿Es morena, rubia o pelirroja?. Lo ignoro.
¿Su nombre? Recuerdo que es dulce y sonoro
como los de los amados que la Vida exilia

Su mirada es parecida a la mirada de las estatuas
y, en su voz, lejana, calma y grave, tiene
la inflexión de las voces queridas que se han matado

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