martes, junio 05, 2007

Políticas sexuales e identidad

Políticas sexuales e identidad en la psicoterapia
Consideraciones sobre el "coming out of the closet"
Pablo Gagliesi
Médico psiquiatra

"I am out, therefore I am"
(Impresión sobre una remera de Act Up, vista en una calle de N.Y.)
Pido disculpas de ante mano, ya que, posiblemente, este trabajo termine siendo una especie de enchapado, un aglomerado de finas capas de madera superpuestas con sus vetas en diferentes direcciones, quizás porque fue gestado inicialmente como una conferencia.
No existe ninguna psicología políticamente neutral. Ninguna. No hay teoría de la subjetividad políticamente neutral. Básicamente porque no hay posibilidad alguna de que esto ocurra en las ciencias humanas. Fatídico pero cierto. Si toda teoría de la subjetividad es una construcción y dicha construcción es el resultado, a veces exhaustivo, a veces mezquino de la interpretación, es obvio que no hay posibilidades de deslindar una variable que está en su génesis. Quizás por ello Guide cree que la psicología es una distracción de la política y Focault dice que es su guardiacárcel.
Los cambios fundamentales ocurridos en la centuria pasada han diseminado y profundizado la crisis sobre las definiciones sexuales y la identidad, dramatizando la incoherencia y contradicción de cada una de las formas discursivas e institucionalizadas del sentido común. El mundo occidental entró en procesos taxonómicos que indudablemente favorecieron el desarrollo de las narrativas científicas y los discursos positivistas que explotaron en el actual mundo tecnológico. Pero, al mismo tiempo, inventaron modos diversos, médicos, - forénsicamente psiquiátricos -, legales y psicológicos, que clasificaron la conducta humana y la privacidad. Si fechamos la invención de una nueva especie de la que hablaré, la especie homosexual, a fines del XIX, debemos ingresar en estos anales las nuevas narrativas generadas por los nuevos discursos.
El espacio a llenar es aquel ya saturado del discurso psicoanalítico; y éste está poblado de paradojas encriptadas y de la lógica dicotómica de los sexos, donde se es uno/a o lo/a otro/a una extraña metafísica del sexo o género en una teoría que se sostiene en la gestación cultural de la subjetividad -, las identificaciones y sus reversos, el Edipo positivo o negativo, los mapas de inversión, entre otras dicotomías. Es decir el espacio dónde, a través de esas manufacturas ideológicas, se la pasan algunos intentando delimitar los bordes y consolidar los márgenes (González, 2000) y, finalmente la pregunta etiológica del psicoanálisis sobre la sexualidad muere, paradójicamente, de muerte laberíntica.

El sendero perfila su rumbo por otros horizontes. La profunda inestabilidad generada por esos discursos dónde la homosexualidad estabiliza la heterosexualidad y desestabiliza el género, mostrando las limitaciones de estas lógicas bináricas, ha hecho que una profusa crítica naciera, otra vez, naturalmente.

El contexto de esta crítica es el siguiente, veamos:
1- Mi abuela admitía cabizbaja que las enredaderas de espinas eran difíciles de disciplinar con las camisas de alambre y las estacas. Al final del verano éstas mostraban con fulgor su desordenado crecimiento. A pesar de cierta tendencia dentro del ámbito psi de disciplinar a ciertos intelectuales como Focault y el naciente feminismo en camisas discursivas perimidas, estos movimientos desnudos florecen actualmente en forma contestataria y desautorizante sobre las ciencias que osen teorizar el género y la sexualidad, un ejemplo de ello es la Queer Theory (Butler,J 1990).

2- La Asociación Americana de Psiquiatría hace 27 años despatologizó la homosexualidad y, actualmente revisa criterios del Sadomasoquismo para eliminarlo de los manuales de diagnóstico.

3- Dentro de las organizaciones psicológicas más y más terapeutas gays y lesbianas enriquecen en una especie de coming in los re-pliegues de la teoría desde una tarea singular de reflexión: a) sobre el sí mismo dónde dicen en congresos y seminarios: "Señores esto no es así, porque a mí", b) sobre preguntas como ser terapeuta gay o lesbiana con consultantes queer en general, c) o sobre, reflexionar sobre lo que me gusta describir como "Ventajas y Desventajas de Ser un Boxeador Zurdo" (Isay, Roughton, Drescher, González, Miller, Magee, entre otros).

4- Los pacientes están avisados de la homofobia imperante en el discurso psicológico y cuestionan la práctica.

5- El discurso postmoderno en el ámbito destaca la riqueza de la problematización de la sexualidad y el género; y festeja el "no saber sobre ello".

6- El discurso moderno propone evidencias para sostener teorías y, confesémoslo, tenemos poquísimas para mostrar, por ejemplo del "Edipo Invertido", o toda una suerte de epistemología de la homofobia: narcisimo, desviación, perversión, inversión, detención del desarrollo psicosexual, hostilidad fóbica al sexo opuesto, incapacidad de amor maduro, desafiantes del género, disfuncionalidad objetal, entre otros.

7- La exploración en la sexualidad y la generidad de algunos individuos y comunidades, como lo trans- y lo sado, es vigorosa y pujante. Y elípticamente, con un celebrable salto con garrocha, sortean y dejan atrás a los teóricos.

8- Cada vez hay más visibilidad en el concierto queer y no se habla "de ellos" ya que han empezado a hablar por sí mismos. Las voces de sólidos intelectuales trangenéricos como K. Bronstein es una de ellas.
Pero antes de seguir, me gustaría comentar la siguiente anécdota. Jerome Bruner daba dos seminarios sobre teoría narrativa simultáneos, uno en un instituto de psicología y otro en un instituto de literatura. A ambos alumnados les apasionaba los temas psicológicos y los temas literarios. Los dos tenían interés en lectores, escritores y les interesaban los textos. Pero uno de los grupos, el de los psicólogos, se dedicaba a trabajar, como refiere Bruner, "de arriba hacia abajo", y el otro "de abajo hacia arriba". Los partidarios de la primer direccionalidad de trabajo parten de una teoría del relato, sobre la mente, sobre los escritores, y ésta se puede anclar en cualquier parte: la lingüística estructural, la filosofía o el psicoanálisis. Es decir: Empuñando la hipótesis buscan ejemplos (y en los momentos más lúcidos los contra-ejemplos) de lo que esperan que será la explicación correcta. Los otros se mueven de acuerdo a que el texto es una porción de realidad, buscan la teoría implícita. Leer a Flaubert por sus significados y poner de manifiesto el arte de su autor. Sin hacer oídos sordos a las guías de la crítica literaria o incluso del psicoanálisis. Pero no habría una teoría para probar o refutar.

Sin duda que hay dos modalidades de pensamiento en juego aquí: una dónde el relato puede estar construido por argumentos que convencen por su verdad y, otra dónde un relato puede estar construido por su semejanza con la vida (Bruner, 1997).
Desde esta perspectiva es que resulta interesante desandar algunos caminos en relación con las formulaciones teóricas respecto al género y la sexualidad vigentes.
Posiblemente tengamos que escuchar o leer desde una perspectiva particular la experiencia de aquellos consultantes estigmatizados por las teorías y las políticas que estas engendran (¿O era viceversa?). A dichas experiencias es que denominamos narrativas. Las narrativas gays, lesbianas, bisexuales, intersexuales y transgenéricas, son narrativas singulares, y para conocerlas, es posible que, intencionalmente, debamos deconstruirlas. Definamos este término como una forma de subvertir realidades construidas y las prácticas dadas por descontadas o implícitas. Básicamente esas "verdades" divorciadas de las condiciones y del contexto de su producción, esas maneras descarnadas de hablar que ocultan prejuicios y familiares prácticas del yo.

Los métodos de deconstrucción vuelven exótico lo doméstico y de ese modo permiten una reapropiación del yo. Para White (1994) esto incluiría tres pasos: la deconstrucción del relato, la deconstrucción de las prácticas modernas de poder y las prácticas discursivas que generan[1].

Ricour (1983) dice que los relatos son modelos para describir el mundo. Esto significa que trabajar con la metáfora narrativa de las personas está en la dirección de lograr que ellas vivan en conformidad con sus historias. En este sentido operan como desafíos para que nos imaginemos nuevas maneras de teorizar las construcciones de estas "ficciones apasionadas" como nos sugiere Teresa de Laurentis.
Descubriendo que la psicoterapia debería ser, entre otras cosas, una secuencia y superposición de ambas prácticas tecnológicas, es indudable que la tarea aquí, con las identidades sexuales y genéricas, es narrar historias y la deconstrucción de las mismas. Un viaje intrépido sin tantos mitos tranquilizadores.

En las historias que cuentan las personas gays, lesbianas, transgéneros, bisexuales, intersexuales hay un proceso, que por dificultades e imprecisión de la traducción llamaremos coming out of the
closet
(lit. salirse del ropero). Este relato tiene cierta similitud con la vida. - Curiosamente, desde las escuelas dónde la teoría sale a buscar sus ejemplos, nada se ha escrito sobre esto -.

Veamos un ejemplo, Marcelo me cuenta: "A los nueve años yo tengo el recuerdo de que tuve una pelea a los golpes con M. Lo quería tanto que lo hubiera besado. Yo creo que siempre fui gay, recuerdo que me di cuenta que yo era diferente. Sabía que no debía hablar con nadie de eso. Pero el telegrama lo recibí a los 11. Lo archivé pero sabía. A pesar de convertirme en el jugador de fútbol más hábil del club, a pesar de ser el pendejo más exitoso en los bailes. No quería saber. Una tarde mi padre estaba hablando con uno de sus amigos en la cocina y se comentaban las andanzas de un compañero de trabajo que había sido encontrado en un baño con otro haciendo vaya-uno-a-saber-qué, porque eran putos. Esa palabra definía la relación entre los dos tipos. Yo supe que era puto. Tenía una tremenda vergüenza".
Este es un complejo sistema de reatribuciones y podría sistematizarse de la siguiente manera (modificado de McDonald GJ 1982):

· Conciencia (despertar) de la atracción hacia personas del mismo sexo (Etapa del "Ajá" según Isay, 1991).
· Participación en el acto sexual con personas del mismo sexo.
· Identificarse como gay-lesbiana.
· Involucrarse en relaciones homoeróticas.
· Compartir o revelar esto a otras personas (visibilidad).
· Participar de la sub-cultura gay-lésbica.
· Auto-percepción de una Identidad Positiva Gay-Lésbica.
Las personas pueden consultar en diversos estadios de este coming out que, a veces, ni siquiera son secuenciales ni caminos inexorables. Creo que son tareas esenciales en la consulta facilitar un atravesamiento exitoso y aliviar el dolor psíquico que producen. Por otro lado, esto se sustenta porque el proceso por el cual algunas personas llegan a identificarse como homosexuales concuerda sorprendentemente entre diferentes sujetos (Mondimore, 1998).

El proceso de "Ajá" no es tan sencillo (Isay, 1991). La persona reconoce algo que la hace diferente y, que esa diferencia no es socialmente aceptada. Esto genera una intensa disonancia cognitiva que, en general provoca sufrimiento subjetivo. Las descripciones de estos procesos van desde la más temprana edad hasta el comienzo de la edad adulta y van acompañados de intensa disforia Disforia "natural" dentro de esta narrativa.
Me permito aquí traer a colación una anécdota. Hace dos años en un congreso de la American Psychiatric Association se conmemoraban 25 años de la despatologización de la homosexualidad en los Manuales Estadísticos de Diagnóstico (DSM). Jack Drescher, un eminente psiquiatra y psicoterapeuta, estaba dando una conferencia sobre las contiendas políticas de esos años. Alguien del público le preguntó sobre la existencia de una psicoterapia gay diferente a una psicoterapia straight (heterosexual). El Dr. Drescher bajó sus bifocales, y respondió: "Estimado colega, hace un tiempo que me pregunto que diferencia hay... La verdad es que me acordé, mientras Ud. hablaba de una película argentina llamada "La Historia Oficial". Si hay algo que diferencia cualitativamente estas "dos" terapias (gay & straight) es que en términos narrativos hay diferencias..., las y los pacientes gays y lesbianas tienen una Historia Oficial y La Otra Historia".
Esta narrativa gay-lésbica, lo más parecida a la vida, es una forma de atribución de significados. Un o una consultante recuerda eventos, emociones o pensamientos, más o menos velados, más o menos reprimidos o, mejor dicho disociados[2], que se unen en cadenas cobrando una iridiscencia parecida a las revelaciones.

Habría entonces, un poco artificialmente, una salida del closet subjetiva o interna, más íntima, relacionada con los diálogos en el sí mismo (soy / no soy parafraseando a Hamlet); y una más
externa
(le digo / no le digo), relacionada con los diálogos que se tiene con la gente, es decir, con el reconocimiento del otro. Digo, artificialmente, debido a que si bien se pueden contar dos novelas (en primera y tercera persona), lo cierto es que se puede terminar de leer en primera del plural: La negociación de significados.

La verdad del closet es que hay un traslado de los impulsos dentro del lenguaje heterosexual. Es decir, no hay "soy / no soy" sin el discurso dominante del otro a quien "le digo / no le digo", que es heterosexual prima facie, aún si es homosexual.

Los vínculos del closet (saber / no saber, implícito / explícito) son potencialmente reveladores de los hechos y de los discursos. Son en definitiva, performadores [3] de subjetividad.

No hay división binárica posible de hacer entre lo que uno dice y lo que uno no dice, nosotros debemos tratar de determinar las diferentes maneras de no decir tales cosas. No hay uno sino varios silencios, y son una parte de las estrategias que están subterráneas y hacen permeable los discursos. El closet es una performación entre los actos del habla y el silencio, silencio no particular, sino uno que cobra forma, una gestalt, por las palabras que lo rodean. Como esos perfiles en los camafeos(Ksofsky Sedgwick,1990).

Es decir, el closet se configura por las líneas que dibuja lo que no se dice. En un sentido esto genera un estado de alienación. Sin duda finalmente se encarna, forma parte del cuerpo. De algo desconocido, el closet configura lo conocido escindido. O mejor aún, una interfase.

Algunos y algunas relatan su percepción de diferencia como posterior al sentimiento homoerótico ("Yo deseaba eso, y después me vine a enterar que no se podía") o como una percepción encarcelada ya en el lenguaje binárico ("ser homosexual es ser un poco menos hombre o más mujer").

Es así que, el amor que no tiene nombre[3], no tiene nombre.

O lo tiene. Las personas relatan, así mismo, los interminables caminos de las operaciones mentales con sus mapas de posibilidades desplegados e inventando unos nuevos, para en principio silenciar para luego olvidar, disociar o intentar cambiar el signo de ésa percepción.

Ya que los presupuestos impuestos son:

1. Presunción de heterosexualidad.
2. El reconocimiento de un estigma (ser alguien fallado o dañado).
3. El presupuesto de la homogeneidad (todos los homosexuales son iguales).

La verdad es que sólo se cuenta este cuento como un ecléctico sobreviviente. Narrar la historia del descubrimiento y del curso de la noticia. Los caminos externos, llenos de cuchicheos, intriga, chismes y ruidos y los internos, llenos de la misma sustancia. La tensión, después de todo, como resultado de una ley física, es la característica de las interfases.
Retomando: La existencia de esta percepción es alienante. Algo aparece en un entuerto de operaciones mentales, muchas de ellas inconscientes. Pero la verdad es que muchas de ellas no lo son tanto. En este sentido, dichas operaciones están destinadas a compensar el malestar generado por la percepción, que rara vez es sentida cómo intrusiva o externa, más bien reconocida como fermentada en el sí mismo. Esa actividad cognitiva es realidad una batalla campal, en el terreno de la conciencia, de un sí mismo despierto, atento y aterrado. Posiblemente la palabra elección sexual finalmente no sea tan errada y, Proteo, como todos los mitos que finalmente existen, deambula por las calles. El enunciado sería "yo me construyo, yo me transformo".

Las investigaciones en las inmediaciones del closet, nos obligan a rescatar aquellos desarrollos que proponen estados de conciencia un poco menos racionales o, menos mecanicistas. Las teorías de la subjetividad vigentes con algunos de sus modelos nos han obligado a pensar el sí mismo como una unidad, con leyes de cierta lógica basada en analogías (leyes de la física newtoniana o de la topología) que, y clausuran retóricamente (Gergen, 1991). Creo que el closet es un buen modelo para cuestionar aquellos supuestos. Por ejemplo aquí los discursos subjetivos requieren de atención selectiva de qué y cómo se piensa, una especie de negación y renegación vivaz y activa, y de disociación (en este sentido muchas mentes). El closet suplanta el desconocer por el conocer escindido.
Y también está el mundo, que quiere saber. O no quiere saber. Pero que sostiene la histérica distancia entre la ignorancia y el descubrimiento. Como los discursos en torno a la Zona Roja en Palermo. Después de todo observemos que el amor que no se puede nombrar llena las bocas de todos.

Otra vez la distancia entre el lenguaje que se habla y el lenguaje que se evita. Aquí el closet externo, la segunda tarea: la comunicación progresiva de éso que se es. Que lo sepan los otros, los significativos y los no significativos. Se generan entonces diferentes círculos de intimidad, y la escisión se perpetúa en la ecología (los que saben / los que no saben). Hay mucho para decir respecto a este proceso, curiosidad sociológica si las hay.
Aquí haré algunos comentarios de entre casa. Quería recordar a una conocida psicoanalista, con aspiraciones de gay friendly[5], que en una reunión de grupo de estudio sobre "diversidades sexuales" cometió un acto fallido muy singular. Estábamos discutiendo este constructo teórico, el coming out, y lo reemplazó por acting out. Muy curioso. La verdad es que proporcionó ayuda a los aburridos debates en donde todos están de acuerdo. La pregunta era: ¿La diferencia es el precio que se paga?.

Por otra parte a una consultante, C., que trabaja en el área de la salud mental en un hospital y en una prestadora de obra social, algunas colegas amigas le recomendaron tener cuidado con la visibilidad, ya que había concurso para ocupar un cargo en uno de sus lugares y despidos en el otro. Problemas conocidos por todos nosotros. C. tiene una larga y comprometida pareja lesbiana de 10 años. Le recomendaron hablar poco de su sexualidad, no aparecer en público con su pareja, en definitiva silencio. Se le sugirió discreción. Razonable.

Ella se preguntaba dos cosas:

Una, "El silencio otorga?", con los problemas que lo enigmático genera, por ejemplo la posibilidad de actividad periférica (chismorroteo o lo que fuera).

Y dos: Si ella, en medio de una conversación donde todos sus colegas hablaran de sus últimas vacaciones con su pareja, o del auto nuevo que compraron o de los hijos o sobre las dificultades de la convivencia o del divorcio o, simplemente de una ida al cine con X; ella, a pesar del extenuante trabajo de desgenerizar[6] (e impersonificar) cometiera un desliz y, dijera: "Hemos comprado un perro". Semejante fallido, riesgoso por cierto, que terminaría por hacerla visible, ¿Sería finalmente un acting out?. Sin duda es la diferencia lo que se paga.

C. descubrió que el closet es el pan ácimo de cada día. La identidad sexual de las sexualidades no normalizadas es un continuo proceso de closet y contra-closet. Es esa presencia afilada que corta todos los escenarios. La verdulería, el hospital, el examen de idioma dónde la profesora propone hablar de la vida privada, las entrevistas de algunas instituciones psicoanalíticas, un lobby de hotel dónde se deciden la disposición de las camas y de los cuerpos. En las consultas con C. nos ha llevado mucho tiempo comprender que el dolor no necesariamente es enfermedad[7].
Para terminar quería traer a colación el siguiente recuerdo:

Hace cierto tiempo vi una exitosa película inglesa: "Trainspoting". En dicho film el joven personaje, en una disco reflexiona sobre el día en que todos seamos iguales (en clara alusión a las diferencias de género y preferencia sexual). A la salida, la mayoría de mis conocidos celebraron esa frase. Yo disiento: La verdad es que más que parecidos, nos estamos volviendo más específicos. Es decir que pareciera que cada cual atiende a su juego con mayor claridad. Creo que nunca existieron tantas tribus diversas, tanta visibilidad que permite comunitariamente multiplicar las exploraciones tan preconizadas por Focault. Clubes de Osos, de S\M de fistfucking o club-of-leather-butches-on-the-road-riding-a-harley y porqué no clubes de trikkies y de jardinería[8]. Quizás hoy, más que nunca antes, podemos surfear por este océano sin preguntarnos por la fijeza de la normalidad; pero, definitivamente, lo más fabuloso, lo más increíble, es la diversidad, la cantidad de mundos posibles de ser habitados[9].
Notas
[1] Para más detalles, y en forma reducida, el primer capítulo de "Medios Narrativos Para Fines Terapéuticos" puede ser esclarecedor. Cito "Si aceptamos que las personas organizan su experiencia y le dan sentido por medio del relato, y que en la construcción de esos relatos expresan aspectos escogidos de su experiencia vivida, se deduce que esos relatos son constitutivos; modelan las vidas y las relaciones".
[2] Por disociación a lo largo de este texto me refiero a las descripciones de Sullivan HS sobre el tema en Personal Psychopathology, Norton, New York, 1972.
[3] Performatividad: Término proveniente de la teoría Queer. Teoría Queer: Estas nuevas líneas de pensamiento desarrollaron otras perspectivas sobre los conceptos de género, identidad y orientación sexual cuestionando la "compulsión a la definición". Jagose describe a la teoría queer como: ".. los gestos o modelos analíticos que dramatizan las incoherencias en las relaciones estables e histórico-culturalmente sostenibles entre sexo cromosómico, género y deseo sexual. Resistiendo ese modelo de estabilidad - que reclama como origen a la heterosexualidad, siendo mejor dicho su efecto - Localizado entre esos términos explota, y saltan las incoherencias desestabilizando la heterosexualidad, cuestionándolo todo a su paso, incluso lo que referimos como hombre o mujer y haciendo imposible cualquier demostración de que existe una sexualidad "natural"." En este sentido es que pierden valor las teorías que intentan consolidar la idea que se podría estabilizar el self al modo de los principios psicológicos que definen una Identidad. Para mayor información: Jagose, A: Queer Theory - An Introduction, New York University Press, New York 1996.
[4] Cita bíblica de las cartas de San Pablo en el Nuevo Testamento.
[5] Personas, restaurantes, instituciones etc. políticamente correctas que tiene actitudes positivas frente a gays y lesbianas (Lit. Amables para con gays).
[6] Hábito muy difundido en la subcultura gay-lésbica de decir palabras que se refieran a alguien evitando indicativos de género: persona, pareja, etc.
[7] Lista de algunos grupos o tribus humanas contemporáneas. Por Club de Osos comprendemos un grupo de hombres que son o prefieren otros hombres grandes de tamaño corporal, habitualmente velludos. Por S/M, sadomasoquismo, light o heavy o cualquier sexo que no sea el vainilla. Fistfucking es literalmente coger con el puño. La traducción de club-of-lether- sería algo así: club de mujeres marimachos con ropa de cuero que andan en motos Harley-Davidson por las rutas ("carreteras"). Trikkies: Fanáticos de la serie televisiva Viaje a las Estrellas. Y jardinería
[8] Este comentario de A. es idéntico al de uno de los pacientes descriptos en el libro citado de Drescher, página 240, capítulo VIII.
[9] Esta cita es una transformación de una frase de R. Neimeyer y retomado por la Lic. Sara Baringoltz (1998).
Bibliografía
1. Baringoltz S.Constructed Psychotherapy and the Therapist: Some Considerations. Constructivism and the Human Science, Vol III N°2, 1998.
2. Bersani, L. HOMOS. Harvard University Press, Cambridge, 1995.
3. Bruner J. La educación, Puerta de la Cultura. Visor, Madrid, 1997.
4. Bruner J. Actual Minds. Possible Words. Harvard University Press, Cambridge, Mass, 1986.
5. Coleman E. Developmental Stages of The Coming Out Process. Del libro Homosexuality and Psychotherapy, Gronsiorek (ed.) The Haworth Press, New York, 1985.
6. De Laurentis T. The Practice of Love: Lesbian Sexuality and Perverse Desire. Indiana University Press, Bloomington, 1994.
7. Drescher J. Psychoanalitic Therapy and The Gay Man. The Analytic Press, Hillsdale, New Jersey, 1998.
8. Gagliesi P. Apuntes para una Psicoterapia con Pacientes Gays y Lesbianas. VERTEX n° 38 pág 300, Dic1999 En/Feb 2000.
9. Gergen K The Saturated Self. Dilemmas of Identity in Contemporary Life, Harper Collins Publishers, 1991.
10. González, F. Psycho-Analytics Off the Strait and Narrow: Therapeutics, Queer Theory and Future Possibility. American Psychoanalytic Congress, Chicago 2000. (en prensa)
11. Isay R. Being Homosexual. New York, Hathering Company, 1991.
12. Ksofsky Sedgwick E. Epistemology of The Closet. UCLA Press, Berkeley, 1990.
13. McDonald GJ. Individual Differences in the coming out process for gay men: implications for theoretical models. J Homosex 8:47-60,1982.
14. Mondimore F. Una Historia Natural de la Homosexualidad. Paidós, Buenos Aires, 1998.
15. Orozco, Y. La Homofobia. 2000, (en prensa).
16. Ricoeur P. Time and Narrative. Chicago, University of Chicago Press, 1983.
17. White M, Epston D: Medios Narrativos para fines terapéuticos, Paidós, Barcelona, 1993.
18. White M. Guías Para Una Terapia Familiar Sistémica. Gedisa, Barcelona, 1994.

No hay comentarios: